28 ene 2011

Los 10 errores de Darwin





 En el año 2009 se celebró el bicentenario del nacimiento de Darwin, que coincidió con el aniversario 150 de la publicación de su libro El Origen de las Especies.

Este libro ha sido uno de los más influyentes de la historia moderna, y ha contribuido a moldear la filosofía, la biología, la sociología y la religión de los siglos XIX, XX y XXI. 

Sin embargo, tanto la teoría como el libro de Darwin están plagados de graves errores.





Tenía razón Darwin acerca de su teoría? A fin de cuentas, ¿qué importancia tiene hallar la respuesta correcta a esta pregunta? Al contrario de lo que sucede con otras teorías científicas, la evolución darviniana no sólo afecta el campo científico, sino que también el de la filosofía, la moral, las ciencias sociales y la religión. Nuestra perspectiva del mundo puede verse profundamente afectada según cómo respondamos a la siguiente pregunta: ¿es válida la teoría de la evolución de Darwin? ¡Es crucial que sepamos la verdad al respecto! Después de 150 años, la teoría de la evolución sigue envuelta en mucha controversia.



Por ejemplo, en un reciente artículo de CNN, “Darwin Still Making Waves 200 Years Later” [Después de 200 años, Darwin todavía sigue generando controversia], se abordaron los constantes debates sobre la teoría de la evolución. Puesto que Darwin ha estado en la primera plana de las noticias por su cumpleaños y los ciento cincuenta años de la publicación de su famoso libro On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life [El Origen de las especies mediante la selección natural, o la preservación de las razas privilegiadas en la lucha por la vida], este es un momento apropiado para reexaminar los conceptos claves de esta controvertida teoría.

Aunque los medios de comunicación nos bombardean constantemente con información favorable a la evolución, y los textos escolares de biología invariablemente enseñan lo que supuestamente son verdades comprobadas por Darwin, estas fuentes rara vez admiten sus equivocaciones

Con esto en mente, queremos presentarles un resumen de diez afirmaciones de la teoría de Darwin que han resultado ser falsas. 
¿Cuál  es la verdad de cada una de ellas, y cómo puede este tema afectar su perspectiva y su vida?




1. La teoría de la "lagunilla tibia"


En una ocasión, Charles Darwin escribió a su buen amigo Joseph Hooker sobre la posibilidad de que la vida pudiera surgir espontáneamente de alguna “lagunilla tibia”. Durante aquella época, algunos científicos todavía creían en la “generación espontánea”, la idea de que la vida puede surgir de la materia inerte, y que constituía también la gran esperanza de Darwin. 


Más tarde, el famoso científico francés Luis Pasteur refutó contundentemente esta teoría, y sus resultados han sido confirmados por 150 años de experimentación. Resulta que la vida es infinitamente más compleja de lo que Darwin imaginaba. Hace algunas décadas, el famoso experimento Miller-Urey supuestamente arrojaría luz sobre los orígenes de la vida. Al hacer pasar una mezcla de gases a través de calor y electricidad, estos científicos produjeron una sustancia parecida al alquitrán, que contenía ciertos aminoácidos



Sin embargo, ahora sabemos que tal experimento fue un fraude, ya que el oxígeno, que fue excluido, habría arruinado los resultados. Y los científicos han concluido que el oxígeno estaba presente cuando la vida apareció en la tierra. Más aun, a pesar de que este experimento fue manipulado, no se produjo la concentración de aminoácidos necesaria para alcanzar el siguiente nivel fundamental de vida, es decir, las proteínas, estructuras increíblemente complejas que a su vez deben hallarse perfectamente integradas dentro de sofisticados sistemas.


Aunque el experimento Milley-Urey logró producir artificialmente por medio de la química algunos elementos rudimentarios, no surgió de él ninguna estructura biológica. ¿Cómo lograr que estos bloques sueltos formen una casa funcional y elegante, con todos los ladrillos perfectamente colocados? No debemos olvidar que la casa incluye sus cimientos, murallas, puertas, ventanas, techo, instalación eléctrica y un sistema de alcantarillado.

Además, esta casa necesitaría producir por sí misma una variedad de materiales, que deberían estar formados y ajustados a la perfección, y, como si fuera poco, debería tener la habilidad de auto-reproducirse. Desde luego, nos estamos refiriendo a una célula viva, cuya asombrosa complejidad desafía la imaginación. Por otra parte, la célula más primitiva que existe es muchísimo más compleja que la casa más sofisticada, como se explica en la siguiente sección de este artículo.

De hecho, cuando los científicos hacen sus cálculos, no existe ninguna probabilidad ni posibilidad de que el darvinismo pueda ser una hipótesis cierta. Sir Fred Hoyle, el finado astrónomo y matemático británico, se refirió así al experimento Miller-Urey:
“En efecto, los elementos fundamentales de las proteínas pueden producirse por medios naturales. Pero esto no prueba en absoluto que la vida pudo haberse producido de esta manera. Nadie ha podido comprobar que la disposición correcta de los aminoácidos, como el ordenamiento de las enzimas, pueda llevarse a cabo mediante este método…
 “En un basurero, tenemos todas las piezas y partes de un avión Boeing 747, desarmado y esparcido. De repente, se levanta un remolino de viento y cruza por el basurero. ¿Cuál es la posibilidad de que, después de su paso, aparezca un 747, completamente ensamblado y listo para volar? La posibilidad es tan minúscula que resulta insignificante, aun si un tornado pasara por suficientes basureros como para llenar todo el universo” (The Intelligent Universe [El universo inteligente], 1983, pp. 18-19, énfasis agregado en todo este artículo).

La evidencia científica indica que la vida no surgió y jamás pudo haber surgido espontáneamente de una lagunilla temperada, como pensaba Darwin. Lo que sí encontramos, de acuerdo a la evidencia que nos rodea y al registro fósil, es que la vida sólo puede surgir de la misma vida, como lo establece la ley de la biogénesis.







2. La supuesta simplicidad de la célula


Piense por un momento en la simple y humilde bacteria. Lo que observó Charles Darwin bajo un rústico microscopio se veía bastante primitivo en aquel entonces: un glóbulo redondo de materia, llamado “protoplasma”. Y él pensó que éste estaba compuesto por unos cuantos componentes elementales que podían ser fácilmente ensamblados.

Sin embargo, ahora sabemos que la bacteria está compuesta por complejísimas máquinas moleculares, que hacen que la bacteria se parezca más a una sofisticada fábrica de automóviles, con múltiples robots automatizados y un intrincado centro de control.

Como destacan el biólogo molecular Jonathan Wells y el matemático William Dembski: “Es cierto que las células eucarióticas son las células más complejas que conocemos. Pero las formas de vida más simples que se han descubierto, las células procarióticas (como las bacterias, que carecen de núcleo), son en sí mismas enormemente complejas. Además, son tecnológicamente tan sofisticadas como las células eucarióticas. Se puede decir que si las eucarióticas son como computadoras de lujo, las procarióticas, en comparación, son como teléfonos celulares de lujo… “No existe absolutamente ninguna evidencia de formas de vida más primitivas de las cuales pudieran haber surgido las células procarióticas” (How to Be an Intellectually Fulfilled Atheist (or Not) [Cómo ser un ateo intelectualmente satisfecho (o cómo no serlo)], 2008, p. 4).


A continuación, estos autores describen lo que estos dos tipos de células comparten en cuanto a complejidad: 


• Procesamiento de la información, almacenamiento y recuperación. 
• Lenguajes artificiales con sus respectivos sistemas decodificadores. 
• Dispositivos de detección de errores, corrección y prueba de lectura para el control de calidad. 
• Tecnología para almacenar la información 
• Sistemas de transporte y distribución. 
• Rotulación de envíos automatizada (similar a las de los códigos postales y etiquetas de correos). 
 • Procedimientos de ensamblaje que incluyen prefabricación y construcción modular.
• Fábricas robóticas y auto-reproductoras.

En vista de esto, resulta que las células son muchísimo más complejas y sofisticadas de lo que Darwin imaginó. ¿Cómo pudo haberse producido todo esto por pura casualidad, cuando ni siquiera la planificación ni la ingeniería humana pueden hacerlo? ¡De hecho, ningún laboratorio ha podido reproducir siquiera un simple cabello humano!




3. Sus ideas acerca de la información dentro de la célula

En la época de Darwin, los científicos no sabían qué tipo ni cuánta cantidad de información se encontraba dentro de la célula. Darwin
supuso que ambas debían ser muy elementales: sólo unas pocas instrucciones para indicarle a la célula cómo funcionar.
 
 Como él creía en la simplicidad de la información de la célula, formuló una teoría que llamó “pangénesis”, en la que simplemente surgían enormes variaciones sólo por azar. 

Más tarde se comprobó que esta idea era absolutamente falsa. Más aún, 150 años después se sabe que la información dentro de la célula es verdaderamente asombrosa. Antes que nada, se debe tener en cuenta qué tipo de información es la que está contenida dentro del núcleo de una célula. Resulta que se trata de un lenguaje genético, equipado con un alfabeto digital de cuatro letras y hasta con reglas gramaticales, inmensamente superior a cualquier lenguaje computacional diseñado por el hombre

Bill Gates, el fundador de Microsoft, la compañía de software más grande del mundo, afirmó que “el ADN es como un programa computacional, pero muchísimo más avanzado que cualquier software creado hasta ahora” (The Road Ahead [El camino por delante], 1995, p. 188).

 
Dentro del núcleo de cada célula humana se encuentran millares de instrucciones cuidadosamente codificadas (llamadas genes), que deben ser traducidas, transportadas y reproducidas. Los científicos se han dado cuenta de que la información no está compuesta de materia, porque no tiene masa, ni largo o ancho, pero que puede ser transportada por la materia. Tampoco se ha demostrado que la información pueda evolucionar ni mejorar mediante una serie de mutaciones.

Cada célula humana de ADN contiene aproximadamente tres mil millones de letras genéticas. Increíblemente, la tasa de error de la célula, cuando todas las máquinas moleculares editoras han hecho su trabajo, ¡es de sólo un error de copiado (lo que se llama “punto de mutación”) por cada 10 mil millones de letras! Así lo explica el físico y químico Jonathan Sarfati: “La cantidad de información de ADN que cabría en la punta de la cabeza de un alfiler es equivalente a una pila de libros 500 veces más alta que la distancia de la tierra a la luna, cada uno de ellos con un contenido distinto pero específico. Para expresarlo de otra manera, aunque creamos que nuestros discos duros de 400 gigabytes son el resultado de una tecnología muy avanzada, una porción de ADN en una cabeza de alfiler puede contener 100 millones de veces más información” (DNA: Marvelous Messages or Mostly Mess? [ADN: ¿Mensajes maravillosos o más que nada desorden?], marzo 2003, edición por Internet).


¿Podrían la evolución y la selección natural,
sin ninguna inteligencia que las respalde,
crear semejantes instrucciones de ADN, tan
precisas y sofisticadas, incluyendo los instintos,
inherentes a cada especie, que ayudan a
las criaturas a sobrevivir? En realidad, ¡se requiere
mucha más fe para creer que una evolución
fortuita podría originar una información
de ADN tan asombrosa, que para creer que
un Diseñador Inteligente es el autor de esta
increíble cantidad de lenguaje perfectamente
codificado!
Cabe destacar que el descubrimiento de
esta enorme cantidad y calidad de información
dentro de la célula llevó a un respetado
filósofo y ateo a renunciar a su creencia de que
el diseño de las criaturas que vemos a nuestro
alrededor carecía de inteligencia.
Sir Antony Flew, de Gran Bretaña, y antaño
uno de los ateos más influyentes del mundo,
dice: “Yo creo que lo que ha hecho la materia
del ADN es mostrar que, considerando
la casi increíble complejidad de los ensamblajes
indispensables para la producción [de
vida], tiene que haber existido algún tipo de
inteligencia para que estos extraordinarios
y diversos elementos pudieran trabajar juntos.
“Lo asombroso es la enorme complejidad
del número de elementos y la enorme sutileza
de las formas en que trabajan en conjunto.
La posibilidad de la combinación de estas dos
partes en el momento preciso, sólo por casualidad,
es simplemente minúscula. Todo se reduce
a la enorme complejidad que dio origen
a los resultados, que a mi parecer es obra de la
inteligencia” (There is a God [Hay un Dios],
2007, p. 75).
Todo lo que conocemos acerca del ADN
indica que este programa a una especie para
que se mantenga dentro de los límites de su
propio tipo general. Los cambios genéticos
que ocurren son típicamente pequeños e intrascendentales,
mientras que las grandes
mutaciones, en lugar de producir diseños mejorados
y novedosos, son abrumadoramente
perjudiciales para la supervivencia del organismo.
Darwin supuso que la información dentro
de la célula debía ser simple, pero estaba absolutamente
equivocado. En cambio, la cantidad,
calidad y complejidad de ella resultó ser
algo pasmoso.

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